Este período de adaptación al
nuevo hábitat es llamado fase o etapa de
aclimatación. La estrategia a implementarse durante el mencionado ciclo deberá
contemplar el control minucioso de los parámetros ambientales (humedad,
temperatura y luz) de tal manera que permita disminuir la deshidratación y, al
mismo tiempo, estimular la fotosíntesis con el objeto de generar un rápido
crecimiento de los plantines. El retraso
en el desarrollo de la cutícula y la escasa funcionalidad del aparato
estomático que presentan las hojas de la mayoría de las especies
cultivadas in vitro, determinan una alta
tasa de transpiración que puede ocasionar la muerte por deshidratación. El control de
este proceso fisiológico es de vital importancia durante la aclimatación,
teniendo en cuenta que la disminución de la transpiración será gradual y dependerá
de la rehabilitación de los estomas, así como también del desarrollo de la
cutícula.
El equipamiento necesario
estará sujeto a la especie, pudiendo utilizarse desde túneles de polietileno
para plantas que posean un elevado control de la transpiración (por ej. Malus
pumila o Agave tequilana) o bien, a través del empleo de cámaras climatizadas
(Fig.1) equipadas con sensores que permiten un descenso paulatino de la humedad
relativa. En algunos casos puede
resultar necesaria la aplicación exógena de ABA (hormona involucrada en el
control del cierre de los estomas) o bien, el empleo de sustancias
antitranspirantes que forman una capa semipermeable en la superficie de la
hoja. En este último caso deberán tomarse algunas precauciones debido a que
pueden observarse reacciones de fitotoxicidad.
Resulta imprescindible evitar
la exposición a temperaturas extremas tanto en la fase aérea como en el substrato. Mediante el
empleo de extractores y/o acondicionadores
de aire combinados con un sistema de niebla, es posible establecer la
temperatura de la fase gaseosa entre los
25 y 30 ºC durante la estación estival, mientras que en la época invernal es
necesario, a veces, el empleo de mantas térmicas o serpentinas, sea de agua o
aire caliente a nivel del substrato, para mantener la temperatura por encima de
los 18-20 ºC.
Sin lugar a dudas, la opción
más económica es el empleo de la luz natural, disminuyendo su irradiancia
(20-50%) mediante el agregado de mallas de sombreado («saram»). No obstante, en
aquellas latitudes donde el nivel medio
de luz natural es bajo y los días
son cortos durante una parte considerable del año, la luz artificial puede ser
aplicada como complemento de la luz natural. Las lámparas tubulares
fluorescentes del tipo «luz día» son
empleadas en horticultura para prolongar el fotoperíodo. Asimismo, las lámparas
tubulares de sodio alta presión presentan
una distribución espectral de la energía adecuada para estimular
fotosíntesis y se emplean para tal fin en una amplia variedad de cultivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario