Como se puede apreciar en la definición de material,
el término proviene del latín materialis,
el cual hace referencia a aquello que se encuentra vinculado con la materia.
Sin embargo, en su sentido amplio hace alusión a los elementos necesarios para
llevar a cabo una determinada acción; es decir, los diversos componentes, ya
sean reales o abstractos, que se reúnen en un grupo y que se emplean con fines
específicos.
Es necesario aclarar que existen muchos tipos de
materiales y que el significado del término puede variar levemente de acuerdo
al punto de vista con el que se lo intente explicar. En este caso daremos la
definición que se le da desde la investigación
científica. En el
ámbito de la investigación se emplea el concepto de material de laboratorio, para referirse a aquel que se emplea en
distintos tipos de laboratorios y que se compone de
diversos instrumentos que cumplen con funciones determinadas. Cabe definir
previamente que un laboratorio es un espacio físico donde se desarrolla
investigación en torno a un tema preciso para ampliar los conocimientos
que en una determinada ciencia se tiene sobre un fenómeno o tema particular.
En un laboratorio los
materiales deben ser de buena calidad pues allí se realizarán investigaciones
que, en muchos casos son de vital importancia para ampliar los conocimientos en un área específica de la ciencia; por ende, el
lugar donde se sitúen debe ser apropiado, contar con una ventilación e
iluminación adecuada y los instrumentos y materiales que hagan propicio el
normal funcionamiento del lugar.
El material de laboratorio puede construirse con componentes muy variados, desde vidrio hasta madera
pasando por goma, metal y plástico. Las características del material dependerán
de su función, ya que la manipulación de ciertos productos implica riesgos. Entre
las herramientas más habituales que se incluyen dentro del material de
laboratorio, se encuentran los matraces (un
recipiente con medidas), la pipeta, el tubo de ensayo, la probeta, el vaso de bohemia, el cristalizador, el embudo, el vaso de precipitados y el encendedor.
El material de
laboratorio puede subdividirse en diversas clasificaciones de acuerdo a la
función. De tal modo pueden ser: materiales para combinar sustancias,
materiales para medir volúmenes o materiales para soportar a otros instrumentos. Aquellos materiales que
sirven para combinar
diferentes sustancias y exponerlas a cambios químicos deben
estar construidos con componentes especiales y resistentes; es normal
escucharlos nombres comerciales de Pyrex o Kimax al referirse a materiales de
laboratorio, y es que son las más recomendados a nivel internacional si se
desea montar un nuevo laboratorio. Entre estos materiales se encuentran el tubo
de ensayo, la matraz de fondo plano y de Erlenmeyer el vaso de precipitados,
entre otros.
Los materiales que se
utilizan para medir volúmenes
conforman el material
volumétrico. Lo habitual es que estos componentes estén
construidos con vidrio ya que favorecen la observación de aquello que alberga,
pero también pueden ser de plástico transparente; en cualquiera de ambos casos
están graduados.
Entre estos materiales se encuentran la probeta, la pipeta, la bureta y el
matraz aforado. Una alternativa dentro del material volumétrico, de todos
modos, es el plástico
sin color (transparente): es más barato y ayuda a evitar ciertas reacciones
químicas que sí ocurren con el vidrio. Otro tipos de materiales son los
utilizados para soporte
y sujeción, que sirven para contener otros instrumentos que se
utilicen en el laboratorio. Estos materiales son construidos en metal, a
excepción de la gradilla que suele ser de madera o de plástico. Entre estos
materiales se encuentran las pinzas para crisol, el tripié y triángulo de
porcelana y la gradilla para tubos de ensayo. Existen otros materiales
también utilizados en laboratorio, como la lámpara de alcohol, el embudo, el mortero con pistilo,
la cucharilla de
combustión, o la cuba
hidroneumática, entre muchos más.
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