Una
vez que se ha obtenido el explante, este debe ser correctamente desinfectado
para evitar la proliferación de contaminantes biológicos (bacterias, hongos y
levaduras principalmente) en el medio, los cuales afectan el crecimiento y
desarrollo del explante (Fontúrbel 2001) y compiten con el mismo deteriorándolo
y haciéndolo inservible para cultivo (Kyte & Kleyn 1996). Los
explantes desinfectados son trasladados a una cámara de flujo laminar (con aire
filtrado, libre de microorganismos) donde se realizará la transferencia a un
medio de cultivo apropiado (Kyte & Kleyn 1996) al tipo de especie y las
necesidades del cultivo. Una vez que el explante está en el medio, se sella el
rasco de cultivo y se traslada a una cámara de crecimiento con condiciones de
humedad, temperatura y fotoperiodo controladas para su desarrollo. Una
vez que los explantes luego de algunas semanas en la cámara de crecimiento– han
desarrollado algunas raíces y hojas, es el momento de realizar el traspaso al
invernadero. Este es uno de los pasos más difíciles de la técnica, ya que los
explantes in vitro se encuentran en condiciones ambientales muy
diferentes y se alimentan de manera heterotrófica (del medio de cultivo) y el
estrés de adaptación a las condiciones de vivero es muy fuerte (Kyte &
Kleyn 1996, Fossard 1999). Un porcentaje de las plántulas clonadas in
vitro no sobrevive al invernadero, pero la parte que si sobrevive crece
–ya en condiciones normales– y al cabo de una semanas está lista para ser
trasladada al campo de cultivo.
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