La
conservación puede aplicarse en teoría a tres niveles de organización: génica,
de organismo y ecológica. Con el avance de las técnicas de ingeniería genética,
es posible que en el futuro lleguen a establecerse bancos de ADN; sin
embargo, por el momento los genes se
conservan agrupados en individuos o en ecosistemas. Los métodos de conservación
de recursos fitogenéticos pueden clasificarse de esta forma en dos grandes
categorías: métodos de conservación ex situ y métodos de conservación in
situ. Estos últimos consisten en preservar
las variedades o poblaciones vegetales en sus hábitats originales, mientras que
en los primeros la conservación se realiza en los denominados bancos de germoplasma.
La
conservación puede clasificarse en las categorías siguientes:
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Conservación del organismo completo:
Conservación en campo
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Conservación de parte del organismo:
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Conservación de semillas
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Conservación de otros órganos con capacidad de
regeneración: Conservación de tejidos in vitro.
Conservación en campo:
La
conservación mediante colecciones de plantas mantenidas en el campo se realiza fundamentalmente
en especies sexualmente estériles o que poseen semillas que no pueden ser conservadas
durante largos periodos de tiempo. Se emplea también en especies de
reproducción vegetativa para el mantenimiento de clones y en aquellas que
tardan mucho en producir semilla, como es el caso de las forestales. Entre los
cultivos que se conservan en colecciones de este tipo se encuentran algunos de
tanta importancia como la patata, la mandioca, el ñame, la batata, el plátano y
los árboles frutales en general. Las colecciones de plantas se mantienen en el
campo, regenerándolas periódicamente a intervalos que dependen de la duración
del ciclo de la planta. Este tipo de conservación necesita grandes extensiones
de superficie, especialmente cuando se trata de árboles, y requiere un coste de
mantenimiento elevado sobre todo si las plantas necesitan regeneraciones
anuales o muy frecuentes. El riesgo de pérdidas por ataque de plagas y
enfermedades, anomalías climáticas u otros accidentes naturales es también
mayor que en otros tipos de conservación.
Conservación de semillas:
Este método de
conservación es actualmente el más utilizado en los bancos de germoplasma, resultando
el más eficiente, económico y seguro para la conservación ex situ de la mayoría
de las especies de las zonas templadas, cuyas
semillas son capaces de permanecer viables largo tiempo bajo
determinadas condiciones (semillas “ortodoxas”).
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